De cuando en cuando me gusta ir a Salento, subir las escaleras al mirador y contemplar de nuevo la vista verde que aunque la haya visitado 100 veces siempre me deleita, negociar un trayecto a caballo hasta el río abastecer mi inventario de aritos en la calle artesanal y almorzar trucha al ajillo con patacón.
Eso si, de camino a todo esto el recorrido se llena de colores brillantes, son sus portones, pintados en innovadoras combinaciones, puertas, balcones, ventanas y socalos, asi que visitar la ciudad artesanas (como yo la conozco) aunque solo me dedique a caminar por sus calles siempre sera una experiencia encantadora.
A este gato le han tatuado cejas y bigote, nos miraba y maullaba cono diciendo "salvenme del loco de mi dueño, mañana piensa tatuarme manchas como una vaca".
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