Trabajo en un edificio que la verdad no es muy bonito por fuera y tampoco por dentro, lo lindo es su gente.
Recuerdo cuando tenia unos 5 años que las oficinas de servicios públicos o algo así estaban ubicadas aquí y de cuando en cuando acompañaba a mi mamá, recuerdo también cuan oscuras y lúgubres me parecieron las oficinas, cual película de los años 50, (por fortuna nuestro piso ha pasado por muchos cambios estéticos).
Alguna vez pude llegar hasta una de las ventanas y presencial cuanto se extendía mi ciudad desde la altura, era fascinante ver las casitas que para ese entonces solían tener techos con teja de barro y solares que demarcaban un paisaje verde en la creciente ciudad, no es que sea tan vieja, es que mi ciudad ha crecido y se ha transformado a un ritmo mas acelerado del que yo pueda calcular.
Esa vista la tuve por escasos minutos, hoy en día, la puedo tener cada vez que me asomo a la ventana, la vista de mi oficina no deja poco a la imaginación... la inspira.
En esta foto Pereira viste una arcoiris como sombrilla.
El parque Lago muy distinto a como lo recordaba en mi infancia
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